Trabajos verticales: cuando la reforma va por fuera

Cuando alguien piensa en reformar un edificio siempre se le viene a la mente cambiar las cortinas, pintar la habitación de matrimonio o cambiar el baño, pero lo cierto es que el término ‘reforma’ va mucho más allá y hay ocasiones en las que el cambio de cara se hace por fuera, y es ahí donde entran los trabajos verticales.

Los encargados de este tipo de obras están más cerca de los alpinistas que de los decoradores, pues su misión consiste en suspenderse en el aire, mediante arneses y demás sistemas de seguridad, para realizar su trabajo que, en este caso, consiste en reformar la fachada de un edificio o limpiar sus cristaleras, por ejemplo.

Retirada de tejados de amianto

Un buen ejemplo de en qué consiste la labor de estos profesionales de la reforma son los trabajos con amianto de ecovertical. Durante los años 80 y 90 muchos tejados se fabricaban con uralita, un material con alta presencia de estos minerales que se han demostrado como causantes de cáncer, de ahí la necesidad, y urgencia, de retirar las cubiertas de este tipo.

Como es lógico, la retirada de estos tejados no está al alcance de cualquiera. Para empezar, es necesario subir hasta la parte más alta del edificio, algo que puede parecer sencillo en una vivienda unifamiliar, pero que se torna más complicado cuando se trata de un bloque de pisos; pero el verdadero problema radica en retirar las placas, tanto por su tamaño como por el material con el que están hechos, por eso hay que contar con profesionales del sector.

Seguridad ante todo

Huelga decir que realizar este tipo de reformas necesita un plus de seguridad que aquellas que se realizan en el interior. Como ocurre con la escalada, en los trabajos verticales el más mínimo error puede terminar en tragedia, de ahí que los profesionales extremen las precauciones.

El principal es la línea de vida, un sistema de seguridad que sirven para restringir los movimientos de los operarios y evitar que el operario llegue a una zona con alta probabilidad de caída; también sirven para absorber la fuerza de la caída, tratando de minimizar lo máximo posible el impacto.

Hay otros elementos más conocidos, pero no por ello menos importantes, como los cascos, los arneses o poleas. Cuando se trata de trabajar a grandes alturas, todas las precauciones son pocas.

Normativa

La seguridad también se da en el entorno legal, a través de distintas legislaciones que tratan de reducir daños. Una de esas normativas es el Real Decreto 2177/2004, que regula cuándo utilizar la suspensión de cuerdas frente a otros sistemas como los andamios. En concreto, se dice que deben usarse cuando no queda más remedio, cuando el montaje de otros sistemas conlleva más peligros o cuando se trata de una actuación demasiado corta.

El texto también especifica que este tipo de trabajos nunca se podrán realizar bajo condiciones meteorológicas que puedan poner en riesgo la vida del empleado, por ejemplo en caso de lluvias o vientos fuertes.

Otro documento dentro de este ámbito es el RD 396/2006, que habla precisamente de los trabajos con amianto. Entre otras cosas, se exige la medición de concentración de fibras de amianto en el aire antes de comenzar el trabajo (el límite de exposición diaria está en 0,1 fibras por centímetro cúbico), así como la obligación de realizar estas mediciones de forma periódica.

Entre las medidas de prevención el Real Decreto estipula que no se deberán crear nuevas fibras durante la manipulación del amianto y que, en caso de que ocurriese, se deberán eliminar lo más pronto posible.

Confía siempre en un profesional

Parece claro que los trabajos verticales suponen una de las partes más complicadas de las reformas, de ahí que sea obligatorio contactar con un profesional para realizar este tipo de actuaciones y no dejarlos en manos de cualquiera.

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